וַיִּקַּ֤ח משֶׁה֙ חֲצִ֣י הַדָּ֔ם וַיָּ֖שֶׂם בָּֽאַגָּנֹ֑ת וַֽחֲצִ֣י הַדָּ֔ם זָרַ֖ק עַל־הַמִּזְבֵּֽחַ: וַיִּקַּח֙ סֵ֣פֶר הַבְּרִ֔ית וַיִּקְרָ֖א בְּאָזְנֵ֣י הָעָ֑ם וַיֹּ֣אמְר֔וּ כֹּ֛ל אֲשֶׁר־דִּבֶּ֥ר יְהֹוָ֖ה נַֽעֲשֶׂ֥ה וְנִשְׁמָֽע:
Moisés tomó la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad de la sangre la roció sobre el altar. Luego tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, y ellos dijeron: «Todo lo que el Señor ha dicho haremos y obedeceremos».
Éxodo 24:6-7
La porción de la Torá de esta semana nos enseña que el pacto se ratifica con sangre. Todo el libro del pacto se lee ante el pueblo en su totalidad, y posteriormente, los hijos de Israel lo aceptan pronunciando las palabras: “todo lo que el Señor ha dicho, lo haremos y lo oiremos”.
Israel no dice oiremos y haremos. Más bien, Israel proclama que haremos y oiremos. Los sabios explican que prometemos cumplir los mandamientos del pacto aunque no los entendamos. Israel proclama que seguirá las mitzvot de Hashem sin explicación ni comprensión, simplemente por fe.
El Midrash Rabbah enseña que a cada individuo en el Sinaí se le acerca el Dibur, la encarnación de la Palabra de Dios, y se le pregunta. Cada individuo responde, haré y escucharé. La Torá nos enseña que todo Israel está en el Sinaí, “todos los que están aquí, y todos los que no están aquí”. Entre los que no estaban allí, nos encontramos nosotros. Entonces el Dibur nos pide individualmente, incluso hoy, ser parte de este pacto. Y con reverencia respondemos, haremos y oiremos. Shabat shalom.